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La mortificación cristiana no debe ni llamar la atención ajena; es privada, no perjudica a los demás ni a quien la practica, pueshasta pede acarrear no pocos sino muchos beneficios a quienes la practican, físicos y espirituales.
No implica, no debe hacerlo, perjuicios para la integridad física ni la salud (en todos sus aspectos) de quien la practica, sino hasta lo contrario.
La mortificación cristiana no debe ni llamar la atención ajena; es privada, no perjudica a los demás ni a quien la practica, pueshasta pede acarrear no pocos sino muchos beneficios a quienes la practican, físicos y espirituales.
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