Sí, es una verdadera llamada al Cielo, en busca de auxilio, alivio y hasta de salvación. Los Evangelios, desde el Antiguo Testamento, nos ponen no pocos ejemplos de lamentaciones o invocaciones, atendidas tanto por el Padre como por el Hijo, presentadas tanto como ejemplos del poder divino, como del poder de la petición con Fe.
Sí, es una verdadera llamada al Cielo, en busca de auxilio, alivio y hasta de salvación. Los Evangelios, desde el Antiguo Testamento, nos ponen no pocos ejemplos de lamentaciones o invocaciones, atendidas tanto por el Padre como por el Hijo, presentadas tanto como ejemplos del poder divino, como del poder de la petición con Fe.
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