Monseñor Javier del Río es un ejemplo de sabio y santo pastor de nuestra Iglesia Peruana. Sus reflexiones no debieran quedar sólo para la reflexión de su rebaño arequipeño. El Perú entero las necesita.
En la cercanía de la Fiesta de nuestra Santa Rosa, Monseñor del Río quiere ayudarnos a vivir su recuerdo, no con superficialidad ni folclorismos, sino con una reflexión verdaeramente seria, verdaeramente religiosa y cristiana. Debemos quedar muy agradecidos a él.
El muy respetado y respetable Arzobispo Del Río, nos invita a reflexionar seriamente, como no es usual que se nos invite a hacerlo, sobre nuestra Santa Rosa, más allá de lo acostumbrado. Para no quedarnos solamente en las aglomeraciones para dejar cartas con peticiones en su pozo.
Santa Rosa de Lima, primera Santa de América, merece mayor seriedad, reflexión y seriedad, que la que la sencillez popular le asigna. Merece mucho más que las aglomeraciones y colas, en su santuario, para dejar peticiones. Monseñor del Río, merece todo nuestro reconocimiento por hacer algo que se necesitaba: hacernos reflexionar como cristianos.
5 comentarios:
Monseñor Javier del Río es un ejemplo de sabio y santo pastor de nuestra Iglesia Peruana. Sus reflexiones no debieran quedar sólo para la reflexión de su rebaño arequipeño. El Perú entero las necesita.
En la cercanía de la Fiesta de nuestra Santa Rosa, Monseñor del Río quiere ayudarnos a vivir su recuerdo, no con superficialidad ni folclorismos, sino con una reflexión verdaeramente seria, verdaeramente religiosa y cristiana. Debemos quedar muy agradecidos a él.
El muy respetado y respetable Arzobispo Del Río, nos invita a reflexionar seriamente, como no es usual que se nos invite a hacerlo, sobre nuestra Santa Rosa, más allá de lo acostumbrado. Para no quedarnos solamente en las aglomeraciones para dejar cartas con peticiones en su pozo.
Muy serias y útiles reflexiones, oportunas y convenientes, propias para vivir un verdaderocristianismo. cristianismo
Santa Rosa de Lima, primera Santa de América, merece mayor seriedad, reflexión y seriedad, que la que la sencillez popular le asigna. Merece mucho más que las aglomeraciones y colas, en su santuario, para dejar peticiones. Monseñor del Río, merece todo nuestro reconocimiento por hacer algo que se necesitaba: hacernos reflexionar como cristianos.
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