Nuestro gobernante, compañero y sucesor de PPK, debiera y debe gobernar el Perú para los fines que ofrecieron cumplir para ganar las elecciones, y que luego juraran solemnemente, de rodillas ante un Crucifijo y con una mano sobre la Biblia, en la principal Catedral Católica del país u el Congreso Nacional, ante la Nación y el Mundo. Son responsables de los ministros que escogen, y que también juraron con toda solemnidad. No es el momento, después, ahora, de salir con sus más íntimas veleidades a perturbar la recuperación del país, confundirlo y hasta pretender destruirlo moralmente, y dejar perpleja a una Nación que les eligiera para los fines más nobles. Esto tiene un calificativo muy feo.
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Nuestro gobernante, compañero y sucesor de PPK, debiera y debe gobernar el Perú para los fines que ofrecieron cumplir para ganar las elecciones, y que luego juraran solemnemente, de rodillas ante un Crucifijo y con una mano sobre la Biblia, en la principal Catedral Católica del país u el Congreso Nacional, ante la Nación y el Mundo. Son responsables de los ministros que escogen, y que también juraron con toda solemnidad. No es el momento, después, ahora, de salir con sus más íntimas veleidades a perturbar la recuperación del país, confundirlo y hasta pretender destruirlo moralmente, y dejar perpleja a una Nación que les eligiera para los fines más nobles. Esto tiene un calificativo muy feo.
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