Aunque al final de cuentas A. García pudiera ser culpable de no pocas tropelías (como muchos otros personajes de nuestro pobre Perú), la justicia - en este y otros casos - debe ejercerse con prudencia, sabiduría, dignidad y honor por parte de los jueces; no con gestos y conductas carentes de decoro, dignidad y seriedad.
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Aunque al final de cuentas A. García pudiera ser culpable de no pocas tropelías (como muchos otros personajes de nuestro pobre Perú), la justicia - en este y otros casos - debe ejercerse con prudencia, sabiduría, dignidad y honor por parte de los jueces; no con gestos y conductas carentes de decoro, dignidad y seriedad.
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