No se puede permitir que un hombre, sacerdote y pastor santo como Benedicto XVI, sea infamemente acusado de tolerancia o encubrimiento para con pecados y delitos tan graves como la pederastia proveniente de maestros y, peor, de clérigos.
Esto es un perverso ensañamiento contra uno de los intelectuales católicos más santos, y que todavía está vivo. Quizá por todo esto, es que el demonio y sus acólitos lo persiguen.
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No se puede permitir que un hombre, sacerdote y pastor santo como Benedicto XVI, sea infamemente acusado de tolerancia o encubrimiento para con pecados y delitos tan graves como la pederastia proveniente de maestros y, peor, de clérigos.
Esto es un perverso ensañamiento contra uno de los intelectuales católicos más santos, y que todavía está vivo. Quizá por todo esto, es que el demonio y sus acólitos lo persiguen.
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