Las autoridades que no han sido capaces de realizar ninguna obra significativa o de trascendencia en la ciudad capital del Perú, no han querido abandonar sus cargos sin dejar una huella mayor de su fanatismo no sólo anticatólico. sino también contra la obra evangelizadora y civilizadora de la Iglesia en el Perú. Y, que "mejor cosa" que atentar contra el Convento de San Francisco, símbolo notorio de esta obra durante siglos; y "que mejor" que hacerlo con alevosía, premeditación, nocturnidad y la mayor violencia posibles. No deben quedar sin sanción ejemplar, ante los peruanos y el mundo civilizado. Sabe Dios cuántos otros atentados ya han ejecutado o están por realizar.
La coalición de autoridades para este ataque alevoso, premeditado y ejecutado con el mayor abuso, prepotencia, sigilo y ensañamiento, empleando unas 400 personas con maquinaria pesada, en medio de la noche, no obedece a ninguna razón ni pretexto justificable, ni en apariencia, sino a una posición anticatólica de odio que pretenderán multiplicar y que ya han realizado en otros lugares de la ciudad. Una docena de valientes y decididos sacerdotes y estudiantes es toda la oposición que tuvieron, en ese momento. La indignación es el sentimiento que recorre la ciudad, el país y el mundo civilizado.
No existe justificación alguna que pueda satisfacer, siquiera parcialmente, el bárbaro, brutal y delicuencial ataque a esta reliquia del bello arte colonial peruano religioso y de una de las más importantes congregaciones misioneras que sembraron fe, educación y civilización en el Perú. Exigimos sanciones ejemplares para los culpables.
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Las autoridades que no han sido capaces de realizar ninguna obra significativa o de trascendencia en la ciudad capital del Perú, no han querido abandonar sus cargos sin dejar una huella mayor de su fanatismo no sólo anticatólico. sino también contra la obra evangelizadora y civilizadora de la Iglesia en el Perú. Y, que "mejor cosa" que atentar contra el Convento de San Francisco, símbolo notorio de esta obra durante siglos; y "que mejor" que hacerlo con alevosía, premeditación, nocturnidad y la mayor violencia posibles. No deben quedar sin sanción ejemplar, ante los peruanos y el mundo civilizado. Sabe Dios cuántos otros atentados ya han ejecutado o están por realizar.
La coalición de autoridades para este ataque alevoso, premeditado y ejecutado con el mayor abuso, prepotencia, sigilo y ensañamiento, empleando unas 400 personas con maquinaria pesada, en medio de la noche, no obedece a ninguna razón ni pretexto justificable, ni en apariencia, sino a una posición anticatólica de odio que pretenderán multiplicar y que ya han realizado en otros lugares de la ciudad. Una docena de valientes y decididos sacerdotes y estudiantes es toda la oposición que tuvieron, en ese momento. La indignación es el sentimiento que recorre la ciudad, el país y el mundo civilizado.
No existe justificación alguna que pueda satisfacer, siquiera parcialmente, el bárbaro, brutal y delicuencial ataque a esta reliquia del bello arte colonial peruano religioso y de una de las más importantes congregaciones misioneras que sembraron fe, educación y civilización en el Perú. Exigimos sanciones ejemplares para los culpables.
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