Esta práctica a iniciarse recién en los Estados Unidos, hace tiempo que está más facilitada en otros países en los que se entrega "medicación" (si es que se pudiera llamar así) o, mejor, productos abortivos orales, de manera directa y gratuitamente, a las solicitantes, en los llamados centros de atención a la Salud Femenina. Todas las facilidades posibles para nada menos que el muy grave delito criminal de homicidio,
Si no se respeta la vida de los seres humanos más frágiles e indefensos, cómo es que se quiere que una humanidad, una civilización o unas naciones, ya tan degradadas en la escala de valores, tenga algún respeto por la vida de otros seres humanos de todas las edades, cómo es se quiere que disminuya toda otra forma de criminalidad, cómo es que se quiere que no existan o que cesen las guierras de conquista, cómo es que se quiere o se pretenda terminar con la delincuencia, el tráfico de drogas, cómo es que se pretenda la defensa de la naturaleza, del medio ambiente. Unas sociedades tan pervertidas y perversas ya no tienen esperanza ni futuro, están condenadas a la extinción, si es que no se arrepienten y enmiendan.
Esto no es otra cosa que verdaderos genocidios contra las propias naciones que auspician estas matanzas de los más inocentes de sus ciudadanos; y los más repugnantes, porque convierten en verdugos a las propias madres, abandonadas hoy muchas veces a sus propias suertes, por el desquiciado y muy perverso feminismo, la desaparición de la auténtica y real masculinidad, y - con ello - de la familia. Todo lo cual cierra un perverso y repetitivo círculo del mal.
Equivale, aunque es muchísimo peor, a la muy discutible y criticada libertad para adquirir armas letales, de fuego o no, existente en los Estados Unidos de Norteamérica. Y es muchísimo peor que la libertad para adquirir armas letales, porque en el caso de los productos abortivos, se usan sóla y exclusivamente para asesinar a víctimas inocentes, hijas del criminal homicida (infanticidio y filicidio), mientras que en la adquisición de armas, muchas veces - la inme nsa mayoría de ellas - no se adquieren con la deliberada intención de cometer un homicidio.
Esto no sólo es un crimen, es gravísimo por provenir de la máxima autoridad de una nación, sino - además - por provenir de una persona que se llama cristiano y católico, aparte de practicante (lo que hace ostentósamente).
Sin tener en cuenta a los países más ricos del mundo (y sin ningún tipo de consideración moral), hay otros, en la misma Hispano-América, en los que estos productos, que no debieran ser llamados . de ninguna manera - medicamentos, son repartidos hasta gratuita y directamente, por sus mismos gobiernos, para el aborto domiciliario, hasta a adolescentes, tan frecuentemente como sea solicitado.
Ya no se necesita un verdugo extraño a los padres de la víctima del filicidio, ni una institucución en la que realizar la ejecución, basta el mismo domicilio de los homicidas.
7 comentarios:
Esta práctica a iniciarse recién en los Estados Unidos, hace tiempo que está más facilitada en otros países en los que se entrega "medicación" (si es que se pudiera llamar así) o, mejor, productos abortivos orales, de manera directa y gratuitamente, a las solicitantes, en los llamados centros de atención a la Salud Femenina. Todas las facilidades posibles para nada menos que el muy grave delito criminal de homicidio,
Si no se respeta la vida de los seres humanos más frágiles e indefensos, cómo es que se quiere que una humanidad, una civilización o unas naciones, ya tan degradadas en la escala de valores, tenga algún respeto por la vida de otros seres humanos de todas las edades, cómo es se quiere que disminuya toda otra forma de criminalidad, cómo es que se quiere que no existan o que cesen las guierras de conquista, cómo es que se quiere o se pretenda terminar con la delincuencia, el tráfico de drogas, cómo es que se pretenda la defensa de la naturaleza, del medio ambiente. Unas sociedades tan pervertidas y perversas ya no tienen esperanza ni futuro, están condenadas a la extinción, si es que no se arrepienten y enmiendan.
Esto no es otra cosa que verdaderos genocidios contra las propias naciones que auspician estas matanzas de los más inocentes de sus ciudadanos; y los más repugnantes, porque convierten en verdugos a las propias madres, abandonadas hoy muchas veces a sus propias suertes, por el desquiciado y muy perverso feminismo, la desaparición de la auténtica y real masculinidad, y - con ello - de la familia. Todo lo cual cierra un perverso y repetitivo círculo del mal.
Equivale, aunque es muchísimo peor, a la muy discutible y criticada libertad para adquirir armas letales, de fuego o no, existente en los Estados Unidos de Norteamérica. Y es muchísimo peor que la libertad para adquirir armas letales, porque en el caso de los productos abortivos, se usan sóla y exclusivamente para asesinar a víctimas inocentes, hijas del criminal homicida (infanticidio y filicidio), mientras que en la adquisición de armas, muchas veces - la inme nsa mayoría de ellas - no se adquieren con la deliberada intención de cometer un homicidio.
Esto no sólo es un crimen, es gravísimo por provenir de la máxima autoridad de una nación, sino - además - por provenir de una persona que se llama cristiano y católico, aparte de practicante (lo que hace ostentósamente).
Sin tener en cuenta a los países más ricos del mundo (y sin ningún tipo de consideración moral), hay otros, en la misma Hispano-América, en los que estos productos, que no debieran ser llamados . de ninguna manera - medicamentos, son repartidos hasta gratuita y directamente, por sus mismos gobiernos, para el aborto domiciliario, hasta a adolescentes, tan frecuentemente como sea solicitado.
Ya no se necesita un verdugo extraño a los padres de la víctima del filicidio, ni una institucución en la que realizar la ejecución, basta el mismo domicilio de los homicidas.
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