Francisco reza ante el cuerpo casi incorrupto del Padre Pío, en el Santuario de Santa María delle Grazie, donde también besó el crucifijo frente al cual el fraile recibió los estigmas en septiembre de 1918 y que seguirían presentes en su cuerpo durante 50 años. Durante la visita al Santuario, Francisco también dejó como obsequio una estola roja sobre la vitrina que protege el cuerpo del santo.
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