En el avión a su regreso de Chile a Roma, Francisco pidió disculpas por haber usado la palabra prueba en su respuesta en Iquique a los periodistas; señaló que el caso de Barros se había estudiado hasta ese momento y no se tenía una evidencia para condenar. Días después, en Roma, se conoció que el Papa estaba delegando dos enviados especiales a Chile para escuchar los testimonios.
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