Francisco presidió Misa, en Plaza de San Pedro, con motivo del Segundo Domingo de Pascua o también llamado Domingo de la Divina Misericordia. El Pontífice habló del pecado y señaló que "cuando nos confesamos acontese lo inaudito: descubrimos que precisamente ese pecado, que nos mantenía alejados del Señor, se convierte en el lugar del encuentro con él. Allí, el Dios herido de amor sale al encuentro de nuestras heridas".
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