Es la derrota de la razón, de la inteligencia, de la medicina, de la ley moral natural y divina; en una palabra, de la civilización que la humanidad estaba construyendo. Estamos retornando al más grave y salvaje primitivismo (aunque en esos tiempos no se practicaba el aborto).
Cierto que puede ser una derrota para todos, aún para aquellos que con su aparente triunfo temporal de la autorización, o de hasta su imposicion, de estos abominables crímenes, también serán destruidos moralmente, y - tarde o temprano - pagarán el terrible y gravísimo pecado de un real genocidio.
No debiera ser una derrota, salvo pasajera, porque jamás tanto la Iglesia, los Médicos todos, las oraganizaciones legales, académicas o del poder pudicial, como tosa persona de bien, deeben continuar la protesta, hasta lograr la prohibición de estos delitos.
5 comentarios:
Es la derrota de la razón, de la inteligencia, de la medicina, de la ley moral natural y divina; en una palabra, de la civilización que la humanidad estaba construyendo. Estamos retornando al más grave y salvaje primitivismo (aunque en esos tiempos no se practicaba el aborto).
Cierto que puede ser una derrota para todos, aún para aquellos que con su aparente triunfo temporal de la autorización, o de hasta su imposicion, de estos abominables crímenes, también serán destruidos moralmente, y - tarde o temprano - pagarán el terrible y gravísimo pecado de un real genocidio.
Estas , ambas, son formas de homicidio, sea directo, o sea inducido (no sólo testigo, más que cómplice).
No debiera ser una derrota, salvo pasajera, porque jamás tanto la Iglesia, los Médicos todos, las oraganizaciones legales, académicas o del poder pudicial, como tosa persona de bien, deeben continuar la protesta, hasta lograr la prohibición de estos delitos.
Son una derrota verdadera, para todos lo que participan en ellas, como también para la sociedad que las permiten.
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