Federico Fellini (1920 - 1993). Director de cine y guionista italiano.
4 comentarios:
Anónimo
dijo...
Este es el lado facilista, complaciente o resignado de los responsables de la conducción, y del negocio de la televisión; al igual que de la de aquellos que son los intelectuales y creadores para ella, quienes se ven "obligados" a darle tanto a los espectadores, como a quienes los contratan, lo que desean ver, porque se vende más fácilmente. Pero, sin embargo, siempre existe una responsabilidad moral, y no sólo intelectual. a la que debieran obedecer para producir aquellas obras que su talento y su ética les inspiran, y lograr que los espectadores aprendan a gustar de ellas. En el fondo, es la obligación íntima del verdadero artista.
La televisión pública debiera tener la misión y la obligación de: informar, educar, enseñar, esparcir la cultura en su sentido más amplio, y entretener.
La televisión no debiera limitarse, ni resignarse, a ser el espejo de la vida y de la sociedad actual; al contrario debiera cumplir un rol destacado en la formación, la educación, la cultura y la elevación de la sociedad presente a niveles superiores de civilización, para contribuir a la creación y desarrollo de una humanidad, cada día, mejor y superior.
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Este es el lado facilista, complaciente o resignado de los responsables de la conducción, y del negocio de la televisión; al igual que de la de aquellos que son los intelectuales y creadores para ella, quienes se ven "obligados" a darle tanto a los espectadores, como a quienes los contratan, lo que desean ver, porque se vende más fácilmente. Pero, sin embargo, siempre existe una responsabilidad moral, y no sólo intelectual. a la que debieran obedecer para producir aquellas obras que su talento y su ética les inspiran, y lograr que los espectadores aprendan a gustar de ellas. En el fondo, es la obligación íntima del verdadero artista.
La televisión pública debiera tener la misión y la obligación de: informar, educar, enseñar, esparcir la cultura en su sentido más amplio, y entretener.
La televisión no debiera limitarse, ni resignarse, a ser el espejo de la vida y de la sociedad actual; al contrario debiera cumplir un rol destacado en la formación, la educación, la cultura y la elevación de la sociedad presente a niveles superiores de civilización, para contribuir a la creación y desarrollo de una humanidad, cada día, mejor y superior.
La televisión no debe limitarse, ni conformarse, a copiar la vida cotidiana.
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