Cualquier tema serio de ética y moral fundamentales, no debe ser tratado de manera ligera, irreflexiva, irresponsable y apresurada, como hoy está siendo tratado entre nosotros el del asesinato médico o del suicidio asistido, por personas sin más calificación mayor que sus propias inclinaciones personales, ideológicas o facilistas; aunque hayan llegado a ocupar los cargos políticos más elevados; lo que no significa, de ninguna manera, idoneidad moral ni ética suficientes para pontificar sobre estos temas, sino las convicciones políticas de los grupos que los han llevado al cargo. Y, desafortunadamente, en estos momentos estos no son sino grupos sectarios imbuidos de las ideologías pro-lhomosexuales en todas sus variantes y anti-vida ajena (abortistas y contra las personas de edad avanzada).Ningún Médico verdadero podrá traicionar los juramentos hechos durante siglos en defensa de la vida, aún a riesgo de la propia. Estas autoridades, no médicas, que jamás han tenido una vida en sus manos, políticas o judiciales con mentes retorcidas, debieran, por elemental equilibrio,prudencia y justicia, no opinar o dar un paso al costado.
Estos personajes políticos, si tuvieran una pizca de decoro, y si se vieran presionados por un vocerío público mayor, en favor de esta muy incorrectamente llamada eutanasia, no debieran abrir sus sucias bocas e incompetentes mentes para aunarse a esas perversas mentes, sino convocar a un concierto de las más inteligentes, morales, respetables y nobles personalidades, y escucharlas. O siquiera pudieran meditar que hubiera sido si ellos hubieran sido abortados; o si, en unos años más, alguien decidiera que ellos ya vivieron demasiado y que están molestando mucho, y que ya valdría más desecharlos.
La eutanasia, como asesinato piadoso o como suicidio asistido, jamás fue ni utilizada ni preconizada por los médicos más grandes, respetados y respetables de la historia. El Juramento Hipocrático, proveniente de la antiguedad griega, lo prohibe. En la era moderna, Bacon habla de ella, de ninguna manera como el crimen que se le asigna ahora como significado, sino de una interna y otra externa, para preparar espiritualmente para ella y como el alivio de aquellos padecimientos que la pudieran acompañar. Es recién en el siglo XIX (por Marx), que una interpretación muy ligera y superficial de Bacon, introduce recién la posibilidad de la terminación de la vida de un paciente por decisión y acción humanas. Las discusiones no han terminado, pero tampoco se ha llegado a una aceptación de esta postura de parte médica, y sí de parte de otras personas.
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Cualquier tema serio de ética y moral fundamentales, no debe ser tratado de manera ligera, irreflexiva, irresponsable y apresurada, como hoy está siendo tratado entre nosotros el del asesinato médico o del suicidio asistido, por personas sin más calificación mayor que sus propias inclinaciones personales, ideológicas o facilistas; aunque hayan llegado a ocupar los cargos políticos más elevados; lo que no significa, de ninguna manera, idoneidad moral ni ética suficientes para pontificar sobre estos temas, sino las convicciones políticas de los grupos que los han llevado al cargo. Y, desafortunadamente, en estos momentos estos no son sino grupos sectarios imbuidos de las ideologías pro-lhomosexuales en todas sus variantes y anti-vida ajena (abortistas y contra las personas de edad avanzada).Ningún Médico verdadero podrá traicionar los juramentos hechos durante siglos en defensa de la vida, aún a riesgo de la propia. Estas autoridades, no médicas, que jamás han tenido una vida en sus manos, políticas o judiciales con mentes retorcidas, debieran, por elemental equilibrio,prudencia y justicia, no opinar o dar un paso al costado.
Estos personajes políticos, si tuvieran una pizca de decoro, y si se vieran presionados por un vocerío público mayor, en favor de esta muy incorrectamente llamada eutanasia, no debieran abrir sus sucias bocas e incompetentes mentes para aunarse a esas perversas mentes, sino convocar a un concierto de las más inteligentes, morales, respetables y nobles personalidades, y escucharlas. O siquiera pudieran meditar que hubiera sido si ellos hubieran sido abortados; o si, en unos años más, alguien decidiera que ellos ya vivieron demasiado y que están molestando mucho, y que ya valdría más desecharlos.
La eutanasia, como asesinato piadoso o como suicidio asistido, jamás fue ni utilizada ni preconizada por los médicos más grandes, respetados y respetables de la historia. El Juramento Hipocrático, proveniente de la antiguedad griega, lo prohibe. En la era moderna, Bacon habla de ella, de ninguna manera como el crimen que se le asigna ahora como significado, sino de una interna y otra externa, para preparar espiritualmente para ella y como el alivio de aquellos padecimientos que la pudieran acompañar. Es recién en el siglo XIX (por Marx), que una interpretación muy ligera y superficial de Bacon, introduce recién la posibilidad de la terminación de la vida de un paciente por decisión y acción humanas. Las discusiones no han terminado, pero tampoco se ha llegado a una aceptación de esta postura de parte médica, y sí de parte de otras personas.
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