No sólo los católicos, los cristianos, ni todo aquel que crea en Dios (o en un ser supremo equiparable), ninguno de todos estos seres humanos, no sólo no puede ser comunista, sino el comunismo lo considera su enemigo, un enemigo al que deben destruir, porque el comunismo es más que ateo, un indiferente ante Dios, es un enemigo de Dios y de los que creen en Dios y practican cualquier religión. Los comunistas han asesinado millones de creyentes y sus pastores en todo el mundo, destruido todo símbolo religioso, centros de culto, textos religiosos y toda manifestación cultural, y por supuesto moral, propugnada por todas las religiones más diversas. A diferencia del cristianismo y de todas las religiones espiritualistas, propugnan no la fraternidad ni el amor al prójimo sino el odio, la guerra y la muerte para quienes no piensan como ellos.
No podemos ser comunistas, porque el comunismo nos considera enemigos a los que deben destruir y eliminar, junto con todas nuestras creencias y todas sus manifestaciones, comenzando por la creencia en Dios, si no nos adherimos a sus propios dogmas.
3 comentarios:
No sólo los católicos, los cristianos, ni todo aquel que crea en Dios (o en un ser supremo equiparable), ninguno de todos estos seres humanos, no sólo no puede ser comunista, sino el comunismo lo considera su enemigo, un enemigo al que deben destruir, porque el comunismo es más que ateo, un indiferente ante Dios, es un enemigo de Dios y de los que creen en Dios y practican cualquier religión. Los comunistas han asesinado millones de creyentes y sus pastores en todo el mundo, destruido todo símbolo religioso, centros de culto, textos religiosos y toda manifestación cultural, y por supuesto moral, propugnada por todas las religiones más diversas. A diferencia del cristianismo y de todas las religiones espiritualistas, propugnan no la fraternidad ni el amor al prójimo sino el odio, la guerra y la muerte para quienes no piensan como ellos.
No podemos ser comunistas, porque el comunismo nos considera enemigos a los que deben destruir y eliminar, junto con todas nuestras creencias y todas sus manifestaciones, comenzando por la creencia en Dios, si no nos adherimos a sus propios dogmas.
Es lógico y, también, coherente el que un católico no puede votar por un candidato o partido que sean anti-católicos como los partidos comunistas.
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