Lo menos que podemos hacer, y con toda energía, es protestar muy seriamente por la irresponsabilidad, facilismo, falta de seriedad, e inmoralidad con que un gobierno desprestigiado por su carencia de solvencia, su incompetencia y la corrupción más escandalosa de sus autoridades y funcionarios, lance de manera precipitada normas, y de manera impositiva, en temas esencialmente muy serios por su naturaleza y sus repercusiones en la salud, el equilibrio y bienestar psicológico y moral humanas, como es la vida sexual humana. Algo que en los últimos tiempos está sujeto a la influencia de desequilibrados, por decir lo menos, elaboradores o repetidores de teorías y doctrinas que no entienden y que desafian y hasta rechazan, soberbiamente, los más elementales principios naturales.
Unos cuantos burócratas ineptos e incompetentes, además de corruptos en más de un sentido, al servicio de otros de sus pares, pero con autoridad política, más no moral ni intelectual, no pueden atreverse a dictar normas para la educación en muchas áreas y, mucho menos en un tema como la sexualidad humana (¡y su educación!). Es una osadía y un atrevimiento que no merecen otra cosa que el repudio general de la ciudadanía más respetable y de aquellos quienes la representan educativa, legal, científica, moral y éticamente, como todas las Iglesias (la Católica a la cabeza de ellas).
Esto no debe pasar. El gobierno no puede ni debe atreverse a continuar en este camino equivocado y perverso, y debe retirar de inmediato esta malhadada como más que errada "guía".
3 comentarios:
Lo menos que podemos hacer, y con toda energía, es protestar muy seriamente por la irresponsabilidad, facilismo, falta de seriedad, e inmoralidad con que un gobierno desprestigiado por su carencia de solvencia, su incompetencia y la corrupción más escandalosa de sus autoridades y funcionarios, lance de manera precipitada normas, y de manera impositiva, en temas esencialmente muy serios por su naturaleza y sus repercusiones en la salud, el equilibrio y bienestar psicológico y moral humanas, como es la vida sexual humana. Algo que en los últimos tiempos está sujeto a la influencia de desequilibrados, por decir lo menos, elaboradores o repetidores de teorías y doctrinas que no entienden y que desafian y hasta rechazan, soberbiamente, los más elementales principios naturales.
Unos cuantos burócratas ineptos e incompetentes, además de corruptos en más de un sentido, al servicio de otros de sus pares, pero con autoridad política, más no moral ni intelectual, no pueden atreverse a dictar normas para la educación en muchas áreas y, mucho menos en un tema como la sexualidad humana (¡y su educación!). Es una osadía y un atrevimiento que no merecen otra cosa que el repudio general de la ciudadanía más respetable y de aquellos quienes la representan educativa, legal, científica, moral y éticamente, como todas las Iglesias (la Católica a la cabeza de ellas).
Esto no debe pasar. El gobierno no puede ni debe atreverse a continuar en este camino equivocado y perverso, y debe retirar de inmediato esta malhadada como más que errada "guía".
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