La existencia de libertad religiosa exige un alto grado de madurez intelectual y cívica, de educación, de civilización y cultura, ponderación y equilibrio mental. Estas condiciones no existen en muchos países del mundo, en los que impera la ignorancia, la incivilización, la inmadurez personal y social, el fanatismo y el odio. Por todo ello es que no es de extrañar que todavía, a estas alturas de la historia de la humanidad, existan el odio y la persecusión como expresiones de la falta de libertad, y hasta en sus formas más bárbaras, en no pocos lugares del mundo.
No sólo es la indiferencia, o el no deseo de permitir las prácticas religiosas "extrañas", si no también la prohibición de todas las actividades religiosas y la prohibición de la construcción de templos , escuelas o centros de formación regiosa; oudiendo llegar hasta a la dsetrucción de toda aquella edificación religiosa o vinculada a ella, como sus imágenes y símbolos sagrados, cuando además se puede llegar hasta la persecución real con presidio y torturas a los "extraños" y a sus propios ciudadanos, pudiendo llegar hasta el martirio y la muerte. Y sucede hasta en países que se consideraban cristianos ejemplares, de la misma Europa o de América.
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La existencia de libertad religiosa exige un alto grado de madurez intelectual y cívica, de educación, de civilización y cultura, ponderación y equilibrio mental. Estas condiciones no existen en muchos países del mundo, en los que impera la ignorancia, la incivilización, la inmadurez personal y social, el
fanatismo y el odio. Por todo ello es que no es de extrañar que todavía, a estas alturas de la historia de la humanidad, existan el odio y la persecusión como expresiones de la falta de libertad, y hasta en sus formas más bárbaras, en no pocos lugares del mundo.
No sólo es la indiferencia, o el no deseo de permitir las prácticas religiosas "extrañas", si no también la prohibición de todas las actividades religiosas y la prohibición de la construcción de templos , escuelas o centros de formación regiosa; oudiendo llegar hasta a la dsetrucción de toda aquella edificación religiosa o vinculada a ella, como sus imágenes y símbolos sagrados, cuando además se puede llegar hasta la persecución real con presidio y torturas a los "extraños" y a sus propios ciudadanos, pudiendo llegar hasta el martirio y la muerte. Y sucede hasta en países que se consideraban cristianos ejemplares, de la misma Europa o de América.
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