La muy triste situación presente de la Iglesia Católica, para quienes tenemos uso de razón desde hace más de 70, u 80, años, comenzó con el mismo Concilio Vaticano II (parece que los mismos Papas Juan XXIII y Paulo VI expresaron, en muy sencillas frases, sus opiniones al respecto) y con el afán de lo que se dió en llamar "aggiornamiento"). NI la santidad ni los tremendos esfuerzos de evangelización auténtica de San Juan Pablo II, ni la santidad y sabiduría de otro santo, Benedicto XVI, pudieron poner las cosas en su sitio. Se produjo el caos del abandono de los hábitos por Sacerdotes y Religiosos de ambos sexos; el pueblo confundido también comenzó a abandonar los templos y su verdadera vida cristiana. El desmadre continúa abierta y gravemente. Lo que sucede en Europa es el desastre de la civilización occidental (y cristiana de origen).
Estoy en la línea de pensamiento del comentarista anterior. Juan Pablo II, un Santo de verdad, quiso dar algunos pasos para detener las consecuencias del Concilio Vaticano II y el "aggiornamiento", entre ellos, y muy pronto, cantó con ungrandísimo éxito de recepción, el Pater Noster (en latín), quiso abrir puertas al "Lefebrismo", pero sin apoyo de la Jerarquía. Los conciliares duros continúan hoy, luego de rebasar a Benedicto XVI, con su acercamiento a la Agenda de la ONU y a la "Ideología de Género". La Fe disminuye, los templos se vacían, hasta cierran, se venden, se transforman en museos o restaurantes, y hasta en mezquitas.
No se puede minimizar la importancia que tuvo el Concilio Vaticano II, ya que fue el acontecimiento religioso más importante del siglo XX. Fue convocado para que la Iglesia se abriera al mundo, a todos los hombres y para que hiciera adaptar la presentación del evangelio a los tiempos modernos. Participaron las otras iglesias cristianas y abarcó todos los temas que se discutían en el mundo, armamentos, la paz, hasta proclamar la dignidad de las personas, hombres y mujeres, y reclamar el cumplimiento de los derechos humanos para todos los hombres. No cambió los principios de la fe ni añadió ningún dogma. Abrió las puertas de la santidad a todos los hombres, con lo que surgieron movimientos laicales por todo el mundo. Pero es otra cosa totalmente diferente es adaptar criterios y comportamientos mundanos al dogma y moral de siempre, copiar religiones orientales, cambio de la moral tradicional, etc; ahora solo vale el relativismo. Apariciones de la María anunciaron la situación eclesial y mundial. La garantía del triunfo de la Iglesia vendrá asegurada por amor a María, a la Eucaristía, y obediencia al Papa.
Si esto es cierto, muy grave y difícil situación para la nación que comparte la península itálica nada menos que con el Estado Vaticano. Algo que jamás se hubiera esperado.
5 comentarios:
La muy triste situación presente de la Iglesia Católica, para quienes tenemos uso de razón desde hace más de 70, u 80, años, comenzó con el mismo Concilio Vaticano II (parece que los mismos Papas Juan XXIII y Paulo VI expresaron, en muy sencillas frases, sus opiniones al respecto) y con el afán de lo que se dió en llamar "aggiornamiento"). NI la santidad ni los tremendos esfuerzos de evangelización auténtica de San Juan Pablo II, ni la santidad y sabiduría de otro santo, Benedicto XVI, pudieron poner las cosas en su sitio. Se produjo el caos del abandono de los hábitos por Sacerdotes y Religiosos de ambos sexos; el pueblo confundido también comenzó a abandonar los templos y su verdadera vida cristiana. El desmadre continúa abierta y gravemente. Lo que sucede en Europa es el desastre de la civilización occidental (y cristiana de origen).
Estoy en la línea de pensamiento del comentarista anterior. Juan Pablo II, un Santo de verdad, quiso dar algunos pasos para detener las consecuencias del Concilio Vaticano II y el "aggiornamiento", entre ellos, y muy pronto, cantó con ungrandísimo éxito de recepción, el Pater Noster (en latín), quiso abrir puertas al "Lefebrismo", pero sin apoyo de la Jerarquía. Los conciliares duros continúan hoy, luego de rebasar a Benedicto XVI, con su acercamiento a la Agenda de la ONU y a la "Ideología de Género". La Fe disminuye, los templos se vacían, hasta cierran, se venden, se transforman en museos o restaurantes, y hasta en mezquitas.
No se puede minimizar la importancia que tuvo el Concilio Vaticano II, ya que fue el acontecimiento religioso más importante del siglo XX. Fue convocado para que la Iglesia se abriera al mundo, a todos los hombres y para que hiciera adaptar la presentación del evangelio a los tiempos modernos. Participaron las otras iglesias cristianas y abarcó todos los temas que se discutían en el mundo, armamentos, la paz, hasta proclamar la dignidad de las personas, hombres y mujeres, y reclamar el cumplimiento de los derechos humanos para todos los hombres. No cambió los principios de la fe ni añadió ningún dogma. Abrió las puertas de la santidad a todos los hombres, con lo que surgieron movimientos laicales por todo el mundo.
Pero es otra cosa totalmente diferente es adaptar criterios y comportamientos mundanos al dogma y moral de siempre, copiar religiones orientales, cambio de la moral tradicional, etc; ahora solo vale el relativismo. Apariciones de la María anunciaron la situación eclesial y mundial.
La garantía del triunfo de la Iglesia vendrá asegurada por amor a María, a la Eucaristía, y obediencia al Papa.
Sería terrible que el Vaticano existiera rodeado por una nación no cristiana,
Si esto es cierto, muy grave y difícil situación para la nación que comparte la península itálica nada menos que con el Estado Vaticano. Algo que jamás se hubiera esperado.
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