Comentario del evangelio del Domingo XI, tiempo ordinario B, domingo 16 de junio.
2 comentarios:
Anónimo
dijo...
El Reino de Dios se establece y crece en cada uno de nosotros, más que en el número de fieles plenamente identificados - aunque con fallas - plenamente con el Evangelio. Si esto último fuera lo correcto, en este momento, con la cada vez mayor creciente deserción de pastores, de fieles y el cierre de templos y conventos, habría que decir que el reino de Dios se está reduciendo. El Reino de Dios nace y crece en cada uno de nosotros.
La Iglesia durará por siempre, por que Jesús la fundó; ya en diferentes momentos de la historia han intentado acabar con ella y no han podido. Además que Jesús anunció persecuciones para sus seguidores.
La misión de la Iglesia es anunciar el Reino de Dios, establecerlo en medio de todos. La Iglesia constituye en la tierra el germen y el principio de este Reino. A través del sacramento, es instrumento de la unión con Dios; es por lo tanto, signo e instrumento del Reino. Por otro lado, la Iglesia es el pueblo reunido por la unidad del Padre, del Hijo, y del Espíritu Santo; ella es, por lo tanto, el Reino de Cristo, presente ya en el misterio, constituyendo así, su germen e inicio. Es una realidad presente en el tiempo, pero su definitiva realización llegará con el fin y el cumplimiento de la historia.
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El Reino de Dios se establece y crece en cada uno de nosotros, más que en el número de fieles plenamente identificados - aunque con fallas - plenamente con el Evangelio. Si esto último fuera lo correcto, en este momento, con la cada
vez mayor creciente deserción de pastores, de fieles y el cierre de templos y conventos, habría que decir que el reino de Dios se está reduciendo. El Reino de Dios nace y crece en cada uno de nosotros.
La Iglesia durará por siempre, por que Jesús la fundó; ya en diferentes momentos de la historia han intentado acabar con ella y no han podido. Además que Jesús anunció persecuciones para sus seguidores.
La misión de la Iglesia es anunciar el Reino de Dios, establecerlo en medio de todos. La Iglesia constituye en la tierra el germen y el principio de este Reino. A través del sacramento, es instrumento de la unión con Dios; es por lo tanto, signo e instrumento del Reino. Por otro lado, la Iglesia es el pueblo reunido por la unidad del Padre, del Hijo, y del Espíritu Santo; ella es, por lo tanto, el Reino de Cristo, presente ya en el misterio, constituyendo así, su germen e inicio. Es una realidad presente en el tiempo, pero su definitiva realización llegará con el fin y el cumplimiento de la historia.
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