Las noticias sobre la situación de esta epidemia en el Perú trascienden ya a los medios de comunicación internacionales. Es conmovedora la situación que enfrentan médicos, enfermeras y policías, quienes tienen que enfrentarse a la posibilidad de contagio, muchas veces protegidos con escasos y pobres elentos de seguridad sanitaria. No ha habido la presteza debida en proporcionárselos, y las adquisiciones han sido señaladas como contaminadas por la corrupción de los funcionarios responsables.
Quienes están viviendo, día tras día, los horrores de una pandemia que amenaza tan seriamente la vida ajena como la propia, experimentan las mismas o peores sensaciones que quienes en las trincheras del frente de una guerra espantosa (¿qué guerra no lo es?). Merecen toda comprensión y apoyos, tanto material y espiritual. Estas vivencias no las experimentan los mariscales ni sus más altos generales, en sus estados mayores.
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Las noticias sobre la situación de esta epidemia en el Perú trascienden ya a los medios de comunicación internacionales. Es conmovedora la situación que enfrentan médicos, enfermeras y policías, quienes tienen que enfrentarse a la posibilidad de contagio, muchas veces protegidos con escasos y pobres elentos de seguridad sanitaria. No ha habido la presteza debida en proporcionárselos, y las adquisiciones han sido señaladas como contaminadas por la corrupción de los funcionarios responsables.
Quienes están viviendo, día tras día, los horrores de una pandemia que amenaza tan seriamente la vida ajena como la propia, experimentan las mismas o peores sensaciones que quienes en las trincheras del frente de una guerra espantosa (¿qué guerra no lo es?). Merecen toda comprensión y apoyos, tanto material y espiritual. Estas vivencias no las experimentan los mariscales ni sus más altos generales, en sus estados mayores.
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