Este debe ser uno de los, no sabemos cuántos más, elementos más recientemente dados a conocer, y referidos como contributorios para justificar la vacancia presidencial por una muy grave incapacidad o incompetencia moral no sólo para este cargo, sino para cualquier otro que exiga no sólo honorabilidad, sino un mínimo de elemental decencia. Sin embargo, como suele suceder entre nosotros, nada sirvió para que nuestros congresistas, salvo honrosas excepciones, dieran un ejemplo histórico de probidad sino más bien de cómplice tolerabilidad, por lo menos.
¡Qué ejemplo queda para nuestra historia, cuando se reflexiona que nada de todas estas revelaciones sirve para algo! Salvo que sea para la historia de la verguenza y el deshonor.
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Este debe ser uno de los, no sabemos cuántos más, elementos más recientemente dados a conocer, y referidos como contributorios para justificar la vacancia presidencial por una muy grave incapacidad o incompetencia moral no sólo para este cargo, sino para cualquier otro que exiga no sólo honorabilidad, sino un mínimo de elemental decencia. Sin embargo, como suele suceder entre nosotros, nada sirvió para que nuestros congresistas, salvo honrosas excepciones, dieran un ejemplo histórico de probidad sino más bien de cómplice tolerabilidad, por lo menos.
¡Qué ejemplo queda para nuestra historia, cuando se reflexiona que nada de todas estas revelaciones sirve para algo! Salvo que sea para la historia de la verguenza y el deshonor.
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