Parece que la preparación para la Primera Comunión no debiera ser sólo para los que van a recibir el Sacramento, sino que debiera incluir seriamente a los mismos padres.
Desgraciadamente, mucha superfialidad y frivolidad acompañan a la disposición de recursos económicos no siempre grandes. Es rol, de las correspondientes autoridades eclesiásticas, el dar las correspondientes recomendaciones cada vez que se acercan las fechas preferidas para estas ocasiones.
Quienes imparten Sacramentos festivos a los fieles, verdaeras celebraciones gozosas, como el Bautismo, la Primera Comunión o el Matrimonio, no debieran dejar de recomendar a todas estas familias que, por felices que se encuentren, no dben dejar de tener presente la naturaleza espiritual de estas celebraciones, y que ellas no deben ser ocasiones para el dispendio, la celebración más bien pagana ni para desenfrenos sociales de todo tipo.
La frivolidad mundana trata de convertir hasta sacramentos que debieran dar lugar a una satisfacción, alegría y una sana celebración familiar, en una oportunidad para una exagerada y descontrolada ocasión de fiesta mundana que roba la satisfacción espiritual que es el sentimiento que debiera embargar a los comulgantes, sus hogares y sus familiares más cercanos.
4 comentarios:
Parece que la preparación para la Primera Comunión no debiera ser sólo para los que van a recibir el Sacramento, sino que debiera incluir seriamente a los mismos padres.
Desgraciadamente, mucha superfialidad y frivolidad acompañan a la disposición de recursos económicos no siempre grandes. Es rol, de las correspondientes autoridades eclesiásticas, el dar las correspondientes recomendaciones cada vez que se acercan las fechas preferidas para estas ocasiones.
Quienes imparten Sacramentos festivos a los fieles, verdaeras celebraciones gozosas, como el Bautismo, la Primera Comunión o el Matrimonio, no debieran dejar de recomendar a todas estas familias que, por felices que se encuentren, no dben dejar de tener presente la naturaleza espiritual de estas celebraciones, y que ellas no deben ser ocasiones para el dispendio, la celebración más bien pagana ni para desenfrenos sociales de todo tipo.
La frivolidad mundana trata de convertir hasta sacramentos que debieran dar lugar a una satisfacción, alegría y una sana celebración familiar, en una oportunidad para una exagerada y descontrolada ocasión de fiesta mundana que roba la satisfacción espiritual que es el sentimiento que debiera embargar a los comulgantes, sus hogares y sus familiares más cercanos.
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