Homilía del evangelio del Domingo XXX, tiempo ordinario B, domingo 27 de octubre.
4 comentarios:
Anónimo
dijo...
Este Evangelio nos enseña dos cosas: Una, que reconozcamos que Jesús, no es un hombre santo más, si no el mismo Hijo de Dios Todopoderoso, venido para salvarnos. Dos, que lo que le pidamos, justo y bueno, Él nos lo puede conceder. Estas dos cosas las sabe muy bien Bartimeo; y, por eso, las proclama y pide a grandes voces, porque sabe a quien pide, y que puede conseguirla, si Dios quiere.
Quizá, muchos, o muchísimos católicos, de todos los niveles dentro de la Iglesia, necesitamos - como Bartimeo - que Jesús nos haga VER, en el sentido más pleno de la palabra.
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Este Evangelio nos enseña dos cosas: Una, que reconozcamos que Jesús, no es un hombre santo más, si no el mismo Hijo de Dios Todopoderoso, venido para salvarnos. Dos, que lo que le pidamos, justo y bueno, Él nos lo puede conceder. Estas dos cosas las sabe muy bien Bartimeo; y, por eso, las proclama y pide a grandes voces, porque sabe a quien pide, y que puede conseguirla, si Dios quiere.
Casi todos necesitamos algún milagro de Jesús, en tan diversos aspectos de nuestra vida terrenal.
Jesús es el Médico de cuerpos y almas, protector de los Médicos Cristianos.
Quizá, muchos, o muchísimos católicos, de todos los niveles dentro de la Iglesia, necesitamos - como Bartimeo - que Jesús nos haga VER, en el sentido más pleno de la palabra.
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