Para quienes hemos seguido, con pema, dolor y solidaridad, esta enorme tragedia valenciana, comprobamos la nobleza, la alegre y entusiasta solidaridad, la abnegación, y el desinterés, de millares de jóvenes y personas de toda edad, muchos encabezados por Sacerdotes y Religiosas, con sus propios recursos, entregados al servicio de las víctimas, mientras las autoridades tardaban o hacían muy poco para cumplir con lo que eran sus deberes primordiales y para los que contaban con toda clase de recursos. Quedará en la memoria de propios y extraños.
Vonmovedor el ejemplo de tantos voluntarios arriesgándose, al dejar sus casascy la seguridad de sus propios pueblos y ciudades, para ir a yudar al prójimo, al que demoraban en atender, en número suficiente, los profesionales al servicio de la Nación, para actuar en caso de emergencias tan grandes como ésta, Si al entusiasmo y la solidaridad, se suma el espíritu religioso, una acción mcho mejor motivada y ejecutada.
Una grandídima tragedia esta de Valencia; quizá jamás vista antes. Va atardar mucho tiempo en recuperarse, por la magnitud y extensión de los daños. Encomianle la labor sacrificada, y espontánea, de tantos voluntarios ¡ y - entre ellos - los católicos.
Nos conmueve y complace este comportamiento, muy diferente al de los organismos estatales que debieran haber previsto o, por lo menos, haber respondido con todo su potencial de inmediato.
4 comentarios:
Para quienes hemos seguido, con pema, dolor y solidaridad, esta enorme tragedia valenciana, comprobamos la nobleza, la alegre y entusiasta solidaridad, la abnegación, y el desinterés, de millares de jóvenes y personas de toda edad, muchos encabezados por Sacerdotes y Religiosas, con sus propios recursos, entregados al servicio de las víctimas, mientras las autoridades tardaban o hacían muy poco para cumplir con lo que eran sus deberes primordiales y para los que contaban
con toda clase de recursos. Quedará en la memoria de propios y extraños.
Vonmovedor el ejemplo de tantos voluntarios arriesgándose, al dejar sus casascy la seguridad de sus propios pueblos y ciudades, para ir a yudar al prójimo, al que demoraban en atender, en número suficiente, los profesionales al servicio de la Nación, para actuar en caso de emergencias tan grandes como ésta, Si al entusiasmo y la solidaridad, se suma el espíritu religioso, una acción mcho mejor motivada y ejecutada.
Una grandídima tragedia esta de Valencia; quizá jamás vista antes. Va atardar mucho tiempo en recuperarse, por la magnitud y extensión de los daños. Encomianle la labor sacrificada, y espontánea, de tantos voluntarios ¡ y - entre ellos - los católicos.
Nos conmueve y complace este comportamiento, muy diferente al de los organismos estatales que debieran haber previsto o, por lo menos, haber respondido con todo su potencial de inmediato.
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