En las antiguas civilizaciones, como en las tradicionales, los ancuanos eran, o son, apreciados, respetados y cuidados. Sólo en kos tiempos recientes es que se han vuelto desechables o escartables, Algo similar a lo que ocurre con los hijos, que también estorban y son una carga, por lo que la población de los países hoy desarrollados, va aterminar por extinguirse. Ambos comportamientos son no sólo inmorales, sino anticristianos.
Una sociedad tan generalmente egoista, mal agradecida hasta con sus propios adultos mayorrs , hedonista, que se niega a ela posibilisas de engendrar y hasta de recibir y criar hasta a sus propios hijos (atentando contra sus vidas), no quiere otra cosa que deshacerse de sus mayores.
Los ancianos debieran serlo; como sucedió en el pasado, durante milenios, en casi todas las culturas, en tiempos en que eran muy respetados, consultados, escuchados y acatados. Esa dignidad ha sido atropellada, ahora son los viejos que estorban, molestan y cuestan; son alejados de los hogares familiares, y depositados y abandonados en asilos u "hogares substitutos" donde reciben, no siempre, cuidados menos que elementales, como ha quedado confirmado durante la última pandemia, cuando - en muchos lugares - fueron diezmados.
3 comentarios:
En las antiguas civilizaciones, como en las tradicionales, los ancuanos eran, o son, apreciados, respetados y cuidados. Sólo en kos tiempos recientes es que se han vuelto desechables o escartables, Algo similar a lo que ocurre con los hijos, que también estorban y son una carga, por lo que la población de los países hoy desarrollados, va aterminar por extinguirse. Ambos comportamientos son no sólo inmorales, sino anticristianos.
Una sociedad tan generalmente egoista, mal agradecida hasta con sus propios adultos mayorrs , hedonista, que se niega a ela posibilisas de engendrar y hasta de recibir y criar hasta a sus propios hijos (atentando contra sus vidas), no quiere otra cosa que deshacerse de sus mayores.
Los ancianos debieran serlo; como sucedió en el pasado, durante milenios, en casi todas las culturas, en tiempos en que eran muy respetados, consultados, escuchados y acatados. Esa dignidad ha sido atropellada, ahora son los viejos que estorban, molestan y cuestan; son alejados de los hogares familiares, y depositados y abandonados en asilos u "hogares substitutos" donde reciben, no siempre, cuidados menos que elementales, como ha quedado confirmado durante la última pandemia, cuando - en muchos lugares - fueron diezmados.
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