Somos muchísimos (millones) los cristianos de Lima, y el Perú todo, dolidos y muy desconcertados por lo que sucede en nuestra Iglesia, cuando la necesitamos más que nunca unida en la Fe, el Evangeluio y su expresión en el Catecismo. No queremos una Jerarquía ni una Cleresía que pareciera que no sólo desconocen lo que deben sostener y demostrar con su palabra y su conducta, sino que hasta, y muy lamentablemente, y no sólo pareciera, que quieren dar testimonio de todo lo contrario. Ya no sólo tenemos enemigos externos. Si tienen tanto y tan gran desconcierto propio, que humildemente (ojalá tengan esta virtud todavía) den un paso al costado o se enmienden de verdad; tanto ellos como todo elpersonal asistente, como esta Srta. Castillo.
Ser pastores del rebaño del Señor implica una gravísima responsabilidad. El único camino está trazado, y salirse de él es un pecado mayor a mayor el cargo que Dios nos permite ocupar. No se puede ni debe emplear el cargo sino para dar la vida, si fuere necesario, por las ovejas a su cargo; jamás para veleidades personales. La historia de la Iglesia nos muestra ejemplos suficientes.
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Somos muchísimos (millones) los cristianos de Lima, y el Perú todo, dolidos y muy desconcertados por lo que sucede en nuestra Iglesia, cuando la necesitamos más que nunca unida en la Fe, el Evangeluio y su expresión en el Catecismo. No queremos una Jerarquía ni una Cleresía que pareciera que no sólo desconocen lo que deben sostener y demostrar con su palabra y su conducta, sino que hasta, y muy lamentablemente, y no sólo pareciera, que quieren dar testimonio de todo lo contrario. Ya no sólo tenemos enemigos externos. Si tienen tanto y tan gran desconcierto propio, que humildemente (ojalá tengan esta virtud todavía) den un paso al costado o se enmienden de verdad; tanto ellos como todo elpersonal asistente, como esta Srta. Castillo.
Ser pastores del rebaño del Señor implica una gravísima responsabilidad. El único camino está trazado, y salirse de él es un pecado mayor a mayor el cargo que Dios nos permite ocupar. No se puede ni debe emplear el cargo sino para dar la vida, si fuere necesario, por las ovejas a su cargo; jamás para veleidades personales. La historia de la Iglesia nos muestra ejemplos suficientes.
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