Es lamentable, pero al mismo tiempo indispensable, que los católicos no sólo nos dolamos y discrepemos privadamente con algunas actitudes o inacciones, no sólo más que aparentemente, discrepantes con el Evangelio y el Catecismo, que han sido adoptadas por miembros laicos del Arzobispado y hasta por algunos de la Cleresía y de la Jerarquía, en momentos de gravísima crisis social, política, moral y espiritual en nuestro país (y América, Europa y el resto del mundo), siendo causa de escándalo para propios y extraños, sino que hasta se tenga que llegar a la exigencia pública a nuestros pastores de actuar ejemplar y firmemente en defensa de la doctrina de nuestra religión, por la que debieran dar testimonio categórico y permanente con sus vidas, sus conductas y sus palabras. Es una gravísima responsabilidad la que tienen; deben orar mucho, y nosotros con ellos, para poder cumplir sus misiones como las circunstancias actuales se los exigen, Nada de silencios ni dudas cómplices.
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Es lamentable, pero al mismo tiempo indispensable, que los católicos no sólo nos dolamos y discrepemos privadamente con algunas actitudes o inacciones, no sólo más que aparentemente, discrepantes con el Evangelio y el Catecismo, que han sido adoptadas por miembros laicos del Arzobispado y hasta por algunos de la Cleresía y de la Jerarquía, en momentos de gravísima crisis social, política, moral y espiritual en nuestro país (y América, Europa y el resto del mundo), siendo causa de escándalo para propios y extraños, sino que hasta se tenga que llegar a la exigencia pública a nuestros pastores de actuar ejemplar y firmemente en defensa de la doctrina de nuestra religión, por la que debieran dar testimonio categórico y permanente con sus vidas, sus conductas y sus palabras. Es una gravísima responsabilidad la que tienen; deben orar mucho, y nosotros con ellos, para poder cumplir sus misiones como las circunstancias actuales se los exigen, Nada de silencios ni dudas cómplices.
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