Todo reclamo, queja y protesta frente al burdo y torpe atropello perpretado por el presidente substituto, violando todo principio de la más elemental y rudimetaria justicia, están totalmente justificados y debieran ser plenamente respaldados por toda persona o institución con sensatez, valores morales y de justicia mínimos. La protesta más grande debió ser realizada desde el primer momento por el parlamento en pleno, que no debió abandonar su sede sino sólo por la fuerza bruta, frente a la opinión pública mundial, y elevar reclamos y pedidos de justicia ante todas las instancias nacionales e internacionales posibles inmediatamente. Ello hubiera motivado la más amplia discusión pública de todo el asunto, no quedarse con el apelativo de "corrupto y obstruccionista" y que los respaldantes circunstanciales de Vizcarra, comenzaqndo por los comandos de las fuerzas armadas, hubieran tenido poe lo menos que demorar en hacerlo o intentar mediar ante el atropello del presidente y sus malevolos y torpes, pero "exitosos" consejeros. El mundo civilizado contempla lo sucedido y espera el devenir de los acontecimientos. No todo está consumado todavía.
No sólo tiene el derecho sino también la obligación, por el cargo para el que fue elegido por sus pares, de defender sus fueros contra cualquier usurpador.
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Todo reclamo, queja y protesta frente al burdo y torpe atropello perpretado por el presidente substituto, violando todo principio de la más elemental y rudimetaria justicia, están totalmente justificados y debieran ser plenamente respaldados por toda persona o institución con sensatez, valores morales y de justicia mínimos. La protesta más grande debió ser realizada desde el primer momento por el parlamento en pleno, que no debió abandonar su sede sino sólo por la fuerza bruta, frente a la opinión pública mundial, y elevar reclamos y pedidos de justicia ante todas las instancias nacionales e internacionales posibles inmediatamente. Ello hubiera motivado la más amplia discusión pública de todo el asunto, no quedarse con el apelativo de "corrupto y obstruccionista" y que los respaldantes circunstanciales de Vizcarra, comenzaqndo por los comandos de las fuerzas armadas, hubieran tenido poe lo menos que demorar en hacerlo o intentar mediar ante el atropello del presidente y sus malevolos y torpes, pero "exitosos" consejeros. El mundo civilizado contempla lo sucedido y espera el devenir de los acontecimientos. No todo está consumado todavía.
No sólo tiene el derecho sino también la obligación, por el cargo para el que fue elegido por sus pares, de defender sus fueros contra cualquier usurpador.
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