La corrupción no tiene frenos, ni ante el dolor y sufrimientos más grandes, como los causados por esta epidemia, con su cortejo de enfermedad, agonías y muertes, hambre, mayor pobreza y atrasos económicos y sociales que durarán por largos años. No merece perdón.
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La corrupción no tiene frenos, ni ante el dolor y sufrimientos más grandes, como los causados por esta epidemia, con su cortejo de enfermedad, agonías y muertes, hambre, mayor pobreza y atrasos económicos y sociales que durarán por largos años. No merece perdón.
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