La impotencia y la desesperación tienen un límite. Y los responsables de la imprevisiòn, de la torpeza y lentitud para reaccionar, como de intentar cubrir estas realidades, merecen no sólo que se les llame la atención, sino que se les sancione, y muy severamente.
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La impotencia y la desesperación tienen un límite. Y los responsables de la imprevisiòn, de la torpeza y lentitud para reaccionar, como de intentar cubrir estas realidades, merecen no sólo que se les llame la atención, sino que se les sancione, y muy severamente.
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