Esta conducta, desconsiderada, injusta, innoble y cruel para con quiénes, por la culpa de él y del gobierno del que forma parte, sin la debida y necesaria protección están arriesgando sus vidas abnegada y altruistamente, merece la censura y la destitución del cargo, por pedido de lo mejor de la ciudadanía y la exigencia del Colegio Médico del Perú. Y, éste, si este individuo fuere médico, debe separarlo deshonrosameente de la orden.
Nunca me pareció una persona con voluntad de servir, de enfrentarse al desafio que se venía, a preveer, a tomar las decisiones necesarias con prontitud y eficiencia; al menos como lo que pudiera esperar. Parecía, más bien, fría, materialista, sin importarle mayormente lo que pudiera sucederle a sus demás prójimos, pesimista, resignada a lo que los acontecimientos pudieran traer y, quizá, hasta esperándolos como inevitables. Por ello no ha liderado de manera significativa la lucha; y, su puestoha sido rebasado por la notoriedad que otros han buscado, sean especialistas en la materia, o hasta ignorantes de ella; y no pocos. Probablemente tiene que ver con lo que le haya pasado en su vida, y con su posición frente a ella y la humanidad. Un burócrata de la medicina, es lo que parece ser lamentablemente.
Este señor no entiende, o parece no hacerlo, u odia a los médicos. No se trata de privilegios. Se trata de gentes con estudios uiversitarios prolongados, altruistas, mal pagados, trabajando en las peores condiciones humanas y sanitarias, expuestos permanetemente a ser contagiados por las más diversas enfermedades contagiosas. Frente a esta plaga presente hoy se encuentran indefensos, con protección personal ineficiente, inadecuada e insuficiente, Los burócratas estatales de todo tipo y de todos los niveles no les proporcionan ni las facilidades humanas ni profesionales adecuadas para enfrentar a este virus; y, sin embargo, ellos no se niegan a continuar en la brega: lo menos que puede hacer un estado que dispendia ingentes sumas en "asesorías", "consultorías", "seguros", viajes y muchísimas otras más prebendas paea ellos y sus amigos; bien pudiera evacuar inmediatamente, del frente de batalla a los héroes caidos en acción y darles, como mínima y tardía reparación, la mejor atención con la intención de salvarlos, en los mejores centros de que pueda disponer el país. Esto no es un privilegio.
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Esta conducta, desconsiderada, injusta, innoble y cruel para con quiénes, por la culpa de él y del gobierno del que forma parte, sin la debida y necesaria protección están arriesgando sus vidas abnegada y altruistamente, merece la censura y la destitución del cargo, por pedido de lo mejor de la ciudadanía y la exigencia del Colegio Médico del Perú. Y, éste, si este individuo fuere médico, debe separarlo deshonrosameente de la orden.
Nunca me pareció una persona con voluntad de servir, de enfrentarse al desafio que se venía, a preveer, a tomar las decisiones necesarias con prontitud y eficiencia; al menos como lo que pudiera esperar. Parecía, más bien, fría, materialista, sin importarle mayormente lo que pudiera sucederle a sus demás prójimos, pesimista, resignada a lo que los acontecimientos pudieran traer y, quizá, hasta esperándolos como inevitables. Por ello no ha liderado de manera significativa la lucha; y, su puestoha sido rebasado por la notoriedad que otros han buscado, sean especialistas en la materia, o hasta ignorantes de ella; y no pocos. Probablemente tiene que ver con lo que le haya pasado en su vida, y con su posición frente a ella y la humanidad. Un burócrata de la medicina, es lo que parece ser lamentablemente.
Este señor no entiende, o parece no hacerlo, u odia a los médicos. No se trata de privilegios. Se trata de gentes con estudios uiversitarios prolongados, altruistas, mal pagados, trabajando en las peores condiciones humanas y sanitarias, expuestos permanetemente a ser contagiados por las más diversas enfermedades contagiosas. Frente a esta plaga presente hoy se encuentran indefensos, con protección personal ineficiente, inadecuada e insuficiente, Los burócratas estatales de todo tipo y de todos los niveles no les proporcionan ni las facilidades humanas ni profesionales adecuadas para enfrentar a este virus; y, sin embargo, ellos no se niegan a continuar en la brega: lo menos que puede hacer un estado que dispendia ingentes sumas en "asesorías", "consultorías", "seguros", viajes y muchísimas otras más prebendas paea ellos y sus amigos; bien pudiera evacuar inmediatamente, del frente de batalla a los héroes caidos en acción y darles, como mínima y tardía reparación, la mejor atención con la intención de salvarlos, en los mejores centros de que pueda disponer el país. Esto no es un privilegio.
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