Es una lástima, que a estas alturas de la historia de la humanidad y del mismo cristianismo, por la tenaz presión de los grupos interesados en querer "revolucionar" la conducta humana, la moral y la sociedad, y por desgracia no para bien sino al contrario, cuando el razonamiento más rudimentario, la ley natural, la ciencia más elemental pero seria, y la moral cristiana de todos los tiempos (reiterada muy recientemente por Juan Pablo II y Benedicto XVI), por alguna desafortunada expresión incompleta o no bien lograda debido a las incomodas circunstancias en que fueron emitidas, salgan "alegres" pero falsas "interpretaciones" para confundir a la humanidad (y particularmente a la cristiandad); lo que motive que tenga que hacerse nuevas declaraciones, interpretaciones y hasta aclaraciones, que no llegan a todos y que hasta pueden enredan más las cosas para complacencia de los enemigos de la verdad y de Iglesia. El "miente, miente, que algo queda" es lema de los enemigos de la luz.
2 comentarios:
Es una lástima, que a estas alturas de la historia de la humanidad y del mismo cristianismo, por la tenaz presión de los grupos interesados en querer "revolucionar" la conducta humana, la moral y la sociedad, y por desgracia no para bien sino al contrario, cuando el razonamiento más rudimentario, la ley natural, la ciencia más elemental pero seria, y la moral cristiana de todos los tiempos (reiterada muy recientemente por Juan Pablo II y Benedicto XVI), por alguna desafortunada expresión incompleta o no bien lograda debido a las incomodas circunstancias en que fueron emitidas, salgan "alegres" pero falsas "interpretaciones" para confundir a la humanidad (y particularmente a la cristiandad); lo que motive que tenga que hacerse nuevas declaraciones, interpretaciones y hasta aclaraciones, que no llegan a todos y que hasta pueden enredan más las cosas para complacencia de los enemigos de la verdad y de Iglesia. El "miente, miente, que algo queda" es lema de los enemigos de la luz.
Jamás ha habido un Para que apoyara esta aberración. Francisco, por supuesto, no es la excepción.
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