Como en otras marchas reivindicativas, existen los asistentes que acuden de manera limpia en reclamo de sus aspiraciones no atendidas en reclamos directos normales previos, los que quieren reclamar de frente de manera llamativa y sin haber intentado ninguna negociación previa, y los extraños (quienes son unos verdaderos agitadores) que buscan infiltrarse en cualquier movimiento o una simple manifestación laboral para transformarlos en verdaderos revueltas o disturbios sociales con daños tanto a la propiedad privada y pública como a los propios manifestantes, extraños y fuerzas policiales. La participación de estos infiltrados obedece a la voluntad de organizaciones extremistas que lo que buscan es producir desórdenes sociales graves útiles a sus fines de causar crisis socio-políticas en cualquier país, y que las autoridades tienen la obligación de prevenir y controlar. )
Estos son desórdenes sociales intolerables, pues causan trastornos muy graves en los demás ciudadanos, sus vidas, sus compromisos, su integridad física y hasta sus vidas, la seguridad social, daños a la propiedad privada y pública. Y al país entero: desprestigio internacional; alteraciones sociales, en el transporte público y privado de personas, mercaderías, alimentos, medicinas y combustibles, actividades comerciales e industriales, actividad turística nacional e internacional. Deben ser controlados rápidamente con eficiencia, pulcritud y sin incremento al daño social. Los gobiernos competentes deben tener la capacidad de prevenirlos.
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Como en otras marchas reivindicativas, existen los asistentes que acuden de manera limpia en reclamo de sus aspiraciones no atendidas en reclamos directos normales previos, los que quieren reclamar de frente de manera llamativa y sin haber intentado ninguna negociación previa, y los extraños (quienes son unos verdaderos agitadores) que buscan infiltrarse en cualquier movimiento o una simple manifestación laboral para transformarlos en verdaderos revueltas o disturbios sociales con daños tanto a la propiedad privada y pública como a los propios manifestantes, extraños y fuerzas policiales. La participación de estos infiltrados obedece a la voluntad de organizaciones extremistas que lo que buscan es producir desórdenes sociales graves útiles a sus fines de causar crisis socio-políticas en cualquier país, y que las autoridades tienen la obligación de prevenir y controlar. )
Estos son desórdenes sociales intolerables, pues causan trastornos muy graves en los demás ciudadanos, sus vidas, sus compromisos, su integridad física y hasta sus vidas, la seguridad social, daños a la propiedad privada y pública. Y al país entero: desprestigio internacional; alteraciones sociales, en el transporte público y privado de personas, mercaderías, alimentos, medicinas y combustibles, actividades comerciales e industriales, actividad turística nacional e internacional. Deben ser controlados rápidamente con eficiencia, pulcritud y sin incremento al daño social. Los gobiernos competentes deben tener la capacidad de prevenirlos.
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