Como muchas de las cosas intrínsicamente malas y sórdidas, los gobiernos de las últimas dos décadas, y particularmente los del último quinquenio, de la mano de sus miembros y aliados homosexuales (con todas sus variables), aviesa y solapadamente, aprovechando de las crisis sanitaria, económica y social, han avanzado a pasos cada vez más acelerados, para antipatrióticamente destruir lo que nos queda de moral, principios y ética, para implantar su tan vital (para ellos) ideología de género en todos los ámbitos de la vida peruana. Quieren destruir esta nación y lo que le queda de valores, desde sus raíces. Quieren dejar, o si les fuera posible quedarse, en unas mismas Sodoma y Gomorra, pero con "chavismo sudaca".
La perversidad LGBT infiltrada en los gobiernos peruanos recientes, pero ahora ya sintiéndose dueña del poder, da sus zarpazos mayores en todos los ámbitos del gobierno, sin que casi la ciudadanía se dé cuenta. Va ser necesario, y no tan fácil, desarmar todo el andamiaje que han construido.
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Como muchas de las cosas intrínsicamente malas y sórdidas, los gobiernos de las últimas dos décadas, y particularmente los del último quinquenio, de la mano de sus miembros y aliados homosexuales (con todas sus variables), aviesa y solapadamente, aprovechando de las crisis sanitaria, económica y social, han avanzado a pasos cada vez más acelerados, para antipatrióticamente destruir lo que nos queda de moral, principios y ética, para implantar su tan vital (para ellos) ideología de género en todos los ámbitos de la vida peruana. Quieren destruir esta nación y lo que le queda de valores, desde sus raíces. Quieren dejar, o si les fuera posible quedarse, en unas mismas Sodoma y Gomorra, pero con "chavismo sudaca".
La perversidad LGBT infiltrada en los gobiernos peruanos recientes, pero ahora ya sintiéndose dueña del poder, da sus zarpazos mayores en todos los ámbitos del gobierno, sin que casi la ciudadanía se dé cuenta. Va ser necesario, y no tan fácil, desarmar todo el andamiaje que han construido.
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