Tenía, y tiene, toda la razón, San Francisco de Sales. No se trata de parecer ser humilde (o de tener cualquier otra buena varacterística o virtud), sino de selo, o de tenerla.A Dios no se le puede engañar.
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Tenía, y tiene, toda la razón, San Francisco de Sales. No se trata de parecer ser humilde (o de tener cualquier otra buena varacterística o virtud), sino de selo, o de tenerla.A Dios no se le puede engañar.
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