Este Papa, el de hoy, debe hablar sobre la Santa Misa con todos los Católicos. Primero, con quienes aman la Misa Tradicional, universal, empleada en el mundo entero a lo largo de casi toda la historia de la Iglesia, para consolarlos y decirles que no desaparecerá, que seguirá diciéndose cada templo por no menos de una vez cada día (según lo requiera el pueblo de Dios). Y, luego, con los innovadores que pretenden hacerla desaparecer, sin lograrlo, a lo largo del último medio siglo, como parte de un conjunto "revolucionario" que persigue hasta trastocar la moral cristiana dejada por Dios desde el Antiguo Testamento, y repetida por el mismo Jesucristo, en nuestra era. El Papa debe reconocer, en su fuero interno, que estos últimos son muy peligrosos, y - a ellos - debe atender menos, y - piadosamente - corregirlos. Jesús y su Padre Celestial lo premiará, aparte del pueblo fiel que no quiere alejarse del Camino verdadero.
Como puede leer en la entrevista, el papa se hace la pregunta: si celebramos la liturgia del Vaticano II de forma adecuada, ¿realmente se encuentra tanta diferencia entre esta experiencia y la Misa Tridentina?
Quizá, no parcializarse con unos ni con otros. No debiera ser un tema de conflictos. Todos pueden tener algún grado de razón y preferencia, y todos debieran ser respetados.
Es cierto, no debemos renunciar al bellísimo Canto Gregoriano ni a la belleza unificadora de la Misa en latín, cuando cada vez hay más católicos cultos; ni tampoco prohibir el "Novus Ordo" que puede llegar mejor a los católicos más sencillos.
5 comentarios:
Este Papa, el de hoy, debe hablar sobre la Santa Misa con todos los Católicos. Primero, con quienes aman la Misa Tradicional, universal, empleada en el mundo entero a lo largo de casi toda la historia de la
Iglesia, para consolarlos y decirles que no desaparecerá, que seguirá diciéndose cada templo por no menos de una vez cada día (según lo requiera el pueblo de Dios). Y, luego, con los innovadores que pretenden hacerla desaparecer, sin lograrlo, a lo largo del último medio siglo, como parte de un conjunto "revolucionario" que persigue hasta trastocar la moral cristiana dejada por Dios desde el Antiguo Testamento, y repetida por el mismo Jesucristo, en nuestra era. El Papa debe reconocer, en su fuero interno, que estos últimos son muy peligrosos, y - a ellos - debe atender menos, y - piadosamente - corregirlos. Jesús y su Padre Celestial lo premiará, aparte del pueblo fiel que no quiere alejarse del Camino verdadero.
Como puede leer en la entrevista, el papa se hace la pregunta: si celebramos la liturgia del Vaticano II de forma adecuada, ¿realmente se encuentra tanta diferencia entre esta experiencia y la Misa Tridentina?
Quizá, no parcializarse con unos ni con otros. No debiera ser un tema de conflictos. Todos pueden tener algún grado de razón y preferencia, y todos debieran ser respetados.
Es cierto, no debemos renunciar al bellísimo Canto Gregoriano ni a la belleza unificadora de la Misa en latín, cuando cada vez hay más católicos cultos; ni tampoco prohibir el "Novus Ordo" que puede llegar mejor a los católicos más sencillos.
Es necesario el canto gregoriano y el latín para poder encontrarse con Dios?
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