Trump aparece, ante el mundo, como un defensor, no sólo por declaraciones sino también por hechos, omo el principal o hasta único político gobernando una nación hoy, que defiende principios fundamentales, para los católicos y la humanidad, como su respeto a Dios, la defnsa de las religiones y su libertad, la defensa de la vida, entre otros. Su deseo de extender esta voluntad, fuera de su país, hacia el mundo, no cuenta con el apoyo de algunos sectores dentro de algunas confesiones, incluyendo el catolicismo. Trump, hay que reconocerlo, queriendo dar a esta voluntad un tinte político (aunque, con sinceridad, ello no le diera más votos, porque la religión y los principios morales no son muy populares esta parte de la historia) no supo coordinar de manera más apropiada con las autoridades religiosas; y éstas (considerando las circunstancias existentes han quitado el cuerpo.
Poca habilidad, tanto de Trump como de la jeràrquía católica norteamericana, para cooperar en la lucha por la defensa de la Iglesia (y, además, de otras confesiones) y de algunos principios morales fundamentales, fuera de su país, en el ámbito internacional, comenzando por las Naciones Unidas. Puede ser que Trump no sea un creyente, pero se atreve a confesar que lo es, púbixcamente, y hasta de manera repetida; lo que no hace creo que ningún otro gobernante; y adopta acciones categóricas, por las que pudiera ser considerado un aliado.
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Trump aparece, ante el mundo, como un defensor, no sólo por declaraciones sino también por hechos, omo el principal o hasta único político gobernando una nación hoy, que defiende principios fundamentales, para los católicos y la humanidad, como su respeto a Dios, la defnsa de las religiones y su libertad, la defensa de la vida, entre otros. Su deseo de extender esta voluntad, fuera de su país, hacia el mundo, no cuenta con el apoyo de algunos sectores dentro de algunas confesiones, incluyendo el catolicismo. Trump, hay que reconocerlo, queriendo dar a esta voluntad un tinte político (aunque, con sinceridad, ello no le diera más votos, porque la religión y los principios morales no son muy populares esta parte de la historia) no supo coordinar de manera más apropiada con las autoridades religiosas; y éstas (considerando las circunstancias existentes han quitado el cuerpo.
Poca habilidad, tanto de Trump como de la jeràrquía católica norteamericana, para cooperar en la lucha por la defensa de la Iglesia (y, además, de otras confesiones) y de algunos principios morales fundamentales, fuera de su país, en el ámbito internacional, comenzando por las Naciones Unidas. Puede ser que Trump no sea un creyente, pero se atreve a confesar que lo es, púbixcamente, y hasta de manera repetida; lo que no hace creo que ningún otro gobernante; y adopta acciones categóricas, por las que pudiera ser considerado un aliado.
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