Todo este circo presidencial, no es, ciertamente, sino una bravata, del tipo más vergozosamente populachero, para esconder, al pueblo más sencillo, ingenuo y noble de nuestra patria, su incapacidad para preveer (ya tiene casi tres años en el gobierno), para reaacionar con prontitud, eficiencia y sin ninguna corrupción (ya se están conociendo los escándalos del oxígeno, pruebas, etc., etc.), con solidaridad, amor y patriotismo, apenas se conoció la amenaza de la epidemia.¡Como si las clínicas privadas (con sus conocidas limitaciones) pudieran ser las culpables de todo el inmenso, injustificado e inhumano sufrimiento de tantos millares de familias y sus enfermos, en las calles, puertas, corredores y patios de los hospitales no preparados para lo que se avecinaba! ¡Y, entre todas éstas víctimas, los casos de los héroes que, conscientemente, han ofrendado sus vidas! Para ninguno de todos ellos, víctimas de la epidemia, y del gobierno, ha habido el verdaero respeto, ni consideración alguna; que sí los hubo, y con creces, para los chinos que pasaron breves días en el Perú y para los embajadores "médicos" del gobierno cubano.
Estas clínicas privadas o, mejor y más claro, sus propietarios no notienen en sus mentes y sus corazones otra cosa que el lucro. Y, probablemente, en la crisis de atención hospitalaroia por la epidemia, vieron una oportunidad de "oro". La oportunidad se la proporcionaba el Gobierno por su escandaloso e irresponsable, como corrupto, pésimo manejo de ella. La culpa la tiene, de una manera sobresaliente, el presidente, rodeado no de asesores competentes y responsables, sino de siervos a su voluntad omnimoda. Le ha sido fácil y hasta llamativo rasgarse "teatralmente" las vestiduras, al querer culpar de todo el mal a las clínicas, en televisión nacional. Quedaron complacidos, por este gesto y sus consecuencias , todos los marxistas castro-chavo-maduristas.
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Todo este circo presidencial, no es, ciertamente, sino una bravata, del tipo más vergozosamente populachero, para esconder, al pueblo más sencillo, ingenuo y noble de nuestra patria, su incapacidad para preveer (ya tiene casi tres años en el gobierno), para reaacionar con prontitud, eficiencia y sin ninguna corrupción (ya se están conociendo los escándalos del oxígeno, pruebas, etc., etc.), con solidaridad, amor y patriotismo, apenas se conoció la amenaza de la epidemia.¡Como si las clínicas privadas (con sus conocidas limitaciones) pudieran ser las culpables de todo el inmenso, injustificado e inhumano sufrimiento de tantos millares de familias y sus enfermos, en las calles, puertas, corredores y patios de los hospitales no preparados para lo que se avecinaba! ¡Y, entre todas éstas víctimas, los casos de los héroes que, conscientemente, han ofrendado sus vidas! Para ninguno de todos ellos, víctimas de la epidemia, y del gobierno, ha habido el verdaero respeto, ni consideración alguna; que sí los hubo, y con creces, para los chinos que pasaron breves días en el Perú y para los embajadores "médicos" del gobierno cubano.
Estas clínicas privadas o, mejor y más claro, sus propietarios no notienen en sus mentes y sus corazones otra cosa que el lucro. Y, probablemente, en la crisis de atención hospitalaroia por la epidemia, vieron una oportunidad de "oro". La oportunidad se la proporcionaba el Gobierno por su escandaloso e irresponsable, como corrupto, pésimo manejo de ella. La culpa la tiene, de una manera sobresaliente, el presidente, rodeado no de asesores competentes y responsables, sino de siervos a su voluntad omnimoda. Le ha sido fácil y hasta llamativo rasgarse "teatralmente" las vestiduras, al querer culpar de todo el mal a las clínicas, en televisión nacional. Quedaron complacidos, por este gesto y sus consecuencias , todos los marxistas castro-chavo-maduristas.
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